¿Podemos educar en igualdad si a nosotros no nos la dan?


Los dias previos al inicio de curso son muy especiales para la comunidad educativa y para este curso 2011-2012 ya veníamos avisados. Para muchos docentes la experiencia de alumno queda ya muy lejos, pero con el tiempo aparece esa sensación de incertidumbre común que nos invade a muchos en septiembre hasta que el nuevo curso arranca. Por un lado los alumnos que temen a otros alumnos, o a ciertos profesores y profesores que suspiran por alumnos receptivos y compañeros equitativos; y los que sufren en sus carnes los recortes que estamos dejando aplicar, y que de remitir su daño tardará mucho tiempo en subsanarse, tanto como se tardó en otro tiempo en salir de la incultura para bien de algunas clases dominantes... Si bien es cierto que un alto porcentaje de educadores llegamos a esta profesión sin el empuje vocacional, porque la Universidad nos preparaba para amar nuestra especialidad en ciencias, humanidades, tecnologías, etc. y el mundo laboral nos ofrece la enseñanza como uno de los recursos para ganarse el pan (en algunas especialidades casi el único) por medio de la docencia. Previamente uno se conciencia de que es una labor que requiere mucho esfuerzo ya antes de ejercerla y no está demasiado compensada, y a pesar de eso somos un colectivo envidiado, pero sólo en vacaciones. Una profesión que nos obliga a mantener la actividad mental suficiente para no dejar de aprender nunca para poder seguir enseñando siempre. Por suerte el placer de aprender que descubrimos al enseñar cuando nos implicamos en el proceso nos aportan resultados efectivos y motivadores. Lo mejor sin duda la conexión con los jóvenes. Algunos adultos continúan con hábitos del pasado para realizar abusos jerárquicos cuando les conviene amparandose en los que para mi serían tres títulos de cartelera o de novela que no pertenecen al género de ficción: “En el nombre de la crisis”, “Fanáticos de leyes que amparan la desigualdad si se benefician” y “Con el ego que me trepa te piso si me peta”. Con alguno de estos gallinofantes no es facil bregar año tras año y corre uno el peligro de perder los papeles. Nos armamos de paciencia para intentar avanzar en todo lo que respecta a la convivencia y la educación con la mejor lección que es el ejemplo. Muchos profesionales dejan la piel en su trabajo en similar proporción a cualquier campo laboral. Es muy triste una sociedad que no puede ser justa ya que su leyes amparan injusticias es sus organigramas, también a pequeña escala (como en la organización de un centro de enseñanza público con  un régimen interno arcaico y discriminatorio). Algunos utilizan su jerarquía para abusar de compañeros de trabajo. Por ejemplo el artículo 92 de la Orden de 1 de agosto de 1997 en la que expresamente  Benigno López González (valedor do pobo) aclara que: " no se puede alegar la antigüedad como criterio preferente para la elección de horarios." Y sin embargo en nuestro centro hay como mínimo un departamento (el nuestro) que ha basado la legitimización de esta pequeña ley para ejercer abuso de tal forma  que siempre sea el docente con más antigüedad el primero en empezar a escoger grupos quedando los menos deseables, por sus conflictos (los que dan un doble trabajo porque contiene alumnos que vienen de casa sin la educación para el respeto o los de nivel inferior casi siempre menos deseados) para los perjudicados. No se rota el orden con un criterio de igualdad y equidad entre compañeros que han demostrado su valía para cualquiera de las materias de su especialidad (ya desde que aprobaron la misma oposición). Sencillamente no se rota el orden para repartir los grupos de alumnos cada comienzo de curso,  con que sólo haya un miembro del departamento que se ampare en una ley establecida para cuando no hay entendimiento, ley que sirve al parecer para eso, para que no haya en el caso de que le interese a una sola persona entendimiento. Parece una nimiedad para quien no se da cuenta que es lo mismo que tendría que argumentar cualquier  ciudadano que recibe un trato discriminatorio por el simple hecho de haber nacido, por ejemplo,  un día más tarde.
Aún así seguimos hacia adelante ya que no es un caso de extrema maldad y no queda más remedio que "flexibilizarse o morir" y las leyes que dan pie a injusticias cambian tarde o temprano, pero los pequeños detalles también cuentan si no queremos un mundo de contradicciones. El actual proceso de cambios y las expectativas par mi son buenas a pesar de que algunos interesados nos quieran convencer de lo contrario, porque evidentemente no les interesa mejorar esos aspectos fundamentales si con ello pierden algún privilegio aunque éste sea abusivo. Creo en los cambios de las sociedad son ahora más que nunca desde abajo hacia arriba y si en nuestra pequeña parcela de mundo cotidiano no se impone la justicia resulta más dificil soñar con un mundo mejor pero podemos evitarlo-
Opinión del webmaster

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